
Tercera parte de la publicación en el Diario Montañés sobre el origen y desarrollo del puerto de Colindres
La actual y momentánea configuración del puerto, con las obras de la nueva Cofradía, la lonja en plena ejecución, el dragado de la dársena y la redacción de la remodelación de la bocana, es el resultado de la transformación que ha sufrido a lo largo del siglo XX, y que comenzó a mitad de los años 30, con la ya mencionada construcción de 90 metros de espigón, paralelo a la ría, y que aportó aguas tranquilas a embarcaciones de pesca, algunas ya de vapor. Las obras se financiaban en gran parte con impuestos, tal y como relata la publicación mensual “España Marítima y Marinera”, en su edición de febrero de 1935, en el que refleja las disposiciones del Ministerio de Obras Publicas, a la sazón dictadas en la Gaceta de 21 de febrero del mismo año, en el que se hacía constar el impuesto sobre el valor de la pesca, siendo este de primera clase y consistiendo en el pago del 0,30 por ciento del valor total de lo pescado. Este impuesto correspondía a las embarcaciones pertenecientes a puertos que tenían obras en curso de ejecución para servicios pesqueros, impuesto que compartían embarcaciones de Colindres con las de Suances , el Musel, Candas o Redondela entre otras. Fue a finales de ese mismo año cuando se celebró por primera vez el “Homenaje a la Vejez del Marino” en la que se invitó a 22 ancianos jubilados de la mar a una comida.
Existe documentación fechada en 1955 que describe cómo las embarcaciones que se disponían a descargar la pesca, cruzaban por debajo del puente de hierro y navegaban por las todavía existentes aguas al sur de la carretera hasta la Cofradía de Pescadores, situada a una considerable distancia del espigón construido junto al puente.
Ya en los años 60 se realizaron importantes obras de relleno en la marisma situada al norte de la carretera Santander Bilbao con el que se ganó espacio al mar para la creación de espacios útiles, acondicionando aquellos situados en la zona este.
